lunes, 25 de marzo de 2013

Soledad y Represalia

Luego de un año y medio desde el desastre ocurrido, la ascienda volvió a levantarse con la misma fuerza de antes. Clara había cambiado mucho, había arrizado de manera violenta en la vida terrenal dejando por un tiempo de lado el espiritismo y sus derivados. Blanca seguía viéndose con Pedro Tercero a escondidas a orillas del río cada vez que las circunstancias se los permitía. Los mellizos habían crecido, tenían ya veintiún años pero no se parecían en nada, Jaime se mostraba como alguien osco y poco amigable, pero en el fondo se preocupaba arduamente de los problemas que aquejaban a los campesinos, su personalidad, la cual escondía por temor a que los demás se burlaran de él, era la de un hombre sensible  lleno de ternura y preocupación por las personas, era por eso que quería dedicarse a la medicina, y también era esa la razón para juntarse con Pedro Tercero, con la ayuda de Blanca, para conversar sobre los movimientos socialistas, este hecho de complicidad mutua uniría a los dos hermanos para toda la vida. Por otro lado Nicolás, bueno, era el típico niño que tenía llegada con las mujeres por su galantería, y también el característico "hombrecito" busca pleitos, que luego de ver que no podría ganar la pelea llamaba a su hermano para que lo defendiera. Este muchacho intentó inspeccionar en el mismo arte que su madre, pero no tenía ninguna manifestación característica de los videntes. Fue en la casa de las hermanas Mora donde conocería a Amanda, la chica que aun por ser unos años mayor que él le robaría el corazón.

Esteban y su mal genio se hicieron presentes cada vez más con lo del accidente, cada vez que hablaba con Clara era para discutir, lo que produjo en la mujer la negación a cualquier acercamiento amoroso o íntimo con Trueba. Cada día que pasaba era uno más que ellos se alejaban. Un día llegó a la zona Jean de Satigny, un francés que rápidamente se hizo amigo de la familia de "Las tres Marías", ofrecería a Esteban el negocio del año, criar chinchillas para luego arrancarles la piel y hacer abrigos, pero una enfermedad mató a los roedores, sin dejar ni su pelaje apto para algún proceso. Satigny, claramente traía algo entre manos, algo que no quería dejara escapar y que Esteban poseía, ante esto tuvo la ocurrencia de pedir a Blanca en matrimonió lo que molestó a la joven, provocando la indiferencia de Blanca durante mucho tiempo. Este hombre de treinta y ocho años comenzó a vigilar a la muchacha sin que ella se diera cuenta, y a través de esto pudo enterarse que en algunas noches saldría por la ventana y se dirigiría a las orillas del río, atreviéndose a seguirla una de esas noches y encontrándola junto a Pedro Tercero durmiendo desnudos bajo la clara luna, y delatandola con su padre, el que propinaría a Blanca una paliza brutal. Clara al reclamarle a Esteban y defender a su hija y a Pedro Tercero terminaría contra la pared, golpeada, chorreando un hilo de sangre por la boca y varios dientes menos. Esto provocaría la ruptura inmediata del matrimonio, y Clara junto a su hija volverían al otro día a la capital, siendo despedidas en el tren por Pedro Segundo quien lloraría la partida de su querida patrona. El administrador de tantos años se marcharía de la ascienda, pues no quería ver lo  que sucedería cuando Esteban encontrara a su hijo.

Trueba daría una recompensa a quien le entregara a Pedro Tercero. Pasaron muchos días antes de que apareciera Esteban García, el bisnieto de Pedro García, y al mismo tiempo nieto de Trueba, quien se había quedado solo desde la muerte del anciano. Este niño, de quien Esteban no tenía noción de que existía  lo condujo al lugar en donde el joven se encontraba, luego de lanzarsele encima con un hacha, ya que había fallado con el tiro de la escopeta, y por ende cortarle tres dedos de la mano derecha, Pedro huiría hacia el bosque, perdiéndose el rastro de el muchacho.

Al volver a su casa tanto él como el niño que lo siguió todo el camino llorarían de rabia, el pequeño por la causa de que no le dieran su recompensa, y Trueba, porque se encontraba solo en una casa enorme que lo consumía lentamente a través de recuerdos, furias y agonías.


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